El país campeón de Europa en 2008, y del
mundo en 2010, está atravesando hace tiempo una crisis política, social y
económica de gran magnitud. Con un 24% de desempleo, que aumenta entre los
jóvenes de entre 18 y 24 años al 50%, y un gobierno, liderado por el presidente
del Partido Popular Mariano Rajoy, que no cesa en sus políticas de recortes,
especialmente en salud y educación, la oportunidad de jugar la Euro le otorga a
España una posible válvula de escape.
Al menos, esto se desprende del propio
presidente. Al despedir en Las Rozas a su selección, les pidió ganar la Euro ya
que el país “necesita una alegría”. En este mismo sentido se ubica un
pintoresco comercial de Coca-Cola para la televisión española. Contrasta
noticias periodísticas que hablan del derrumbe de España, con el aliento que
deben ejercer los españoles para demostrarle a Europa lo que pueden hacer
juntos. Sin embargo, ni el mismo DT, Vicente del Bosque, cree en estas
cuestiones. Poco después de las palabras de Rajoy, en otra entrevista el ex
jugador del Real Madrid sostuvo que no piensa que ganar el campeonato sea “la
solución de España”.
Sin embargo, la relación fútbol-política se
puso más espesa desde que hace unos días el gobierno solicitara un rescate de
100.000 millones de euros al Eurogrupo, una cantidad mayor que la recibida por
estados como Irlanda o Portugal, y destinada únicamente al sector financiero.
Es decir, a rescatar a la banca, con la particularidad de que es el estado
español el que asumirá la responsabilidad por los pagos, convirtiéndose
entonces en deuda pública. El mismo día que los españoles atónitos se enteraban
de esto, Rajoy decidió asistir al partido entre España e Italia, ya que “estaba
todo resuelto”. En un viaje relámpago, fue y volvió en el día. No se hicieron esperar
las críticas. Incluso, el Financial Times ironizó con el tema, felicitando al
presidente español por haber asistido a la Eurocopa y no a
Roland Garros, donde la lluvia suspendió el partido entre Nadal y Djokovic, y
el viaje hubiera sido en vano. Lo que es cierto, es que la medida económica
tomada desde el ejecutivo opacó bastante en los medios el debut de la
selección. Cabe recordar que el fútbol
también juega su papel en la crisis económica. Las deudas de los clubes
españoles ascienden a 5000 millones de euros.
Es ejemplar uno de los casos del Real
Madrid. Para fichar a CR7 y a Kaká solicitó créditos a varias entidades. Bankia,
el mismo banco que ahora es el que va a recibir el dinero del rescate, aportó
76 millones de euros. Si bien ha venido pagando hasta ahora los intereses, el
club merengue deberá en julio afrontar el primer pago, de 25,5 millones de
euros, que es casi el beneficio anual que tiene el club. Los restantes serán en
2013 y 2014. Por otra parte, el Barcelona no ha conseguido ampliar el límite
que le imponen los bancos a sus pedidos de préstamos.
Consignemos para terminar lo sucedido ayer
en el parlamento español. El representante valenciano del PP, David Serra,
propuso debatir, en vez de algo relacionado con el rescate, modificar la ley de
deportes para imponer nuevos castigos a quienes efectúen actos políticos en
recintos deportivos que “ofendan o ultrajen a España o sus comunidades
autónomas”. Esto permitiría sancionar a quienes, por ejemplo, piten el himno,
tal como hicieron las parcialidades del Athletic y Barcelona en la pasada Copa
del Rey. Criticada la propuesta por todos los partidos, incluso por su propia
bancada, el propio David Serra (que está imputado por financiamiento irregular
de su partido) pidió finalmente que no se trate en el recinto.
Logró igualmente que se diera un debate de
una hora y media. Podrían mejor haber ido a mirar algún partido de la Eurocopa
en ese tiempo. Total, los temas centrales ya se habían evadido.
Por Matías Figal
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