Durante la primera mitad del mes de Junio
de 1997, se desarrolló en Francia un torneo amistoso entre cuatros selecciones
de mucho peso mundial. La primera fue la anfitriona, que organizo ésta
competencia con el fin de verificar algunas instalaciones para la Copa del
Mundo venidera del año siguiente. Brasil fue otro de los involucrados y lo
hacía siendo campeón del mundo vigente y teniendo al mejor jugador del planeta
en aquellos años, Ronaldo Luís Nazário
de Lima. Los últimos dos equipos eran dos “gigantes” del continente
europeo, como lo eran Italia e
Inglaterra, que estaban en el mismo grupo de eliminatorias de la UEFA en el que
finalmente los británicos se impondrían tras una igualdad en cero en Roma,
relegando así a las trasalpinos al repechaje.
Los estadios utilizados fueron el
Stade de Gerland de Lyon, el Stade de la Mosson de Montpellier, el Stade de la
Beaujoire de Nantes y el mítico Parque de los Príncipes de Paris, hogar de la
selección local.
Ya en 1988, se había hecho éste
mismo torneo pero no tuvo mucha relevancia sobre todo por los otros países que
acompañaron a los galos en aquella edición (Austria, Suiza y Marruecos).
El 3 de Junio comenzaba la acción,
en Lyon, con los dos equipos que participarían de la final del Mundial del año
entrante. La nota pintoresca era, que al no tener terminada una de las
tribunas, los organizadores ubicaron varias imágenes de los mejores jugadores
de todos los tiempos para taparla, entre ellos estaban Maradona, Pelé, Platini,
Cruyff o Charlton.
El que seguramente fue el momento
más sublime de todo el campeonato, se dio a los 20’ de la primera parte, con él
(a ésta altura famosísimo) tiro libre banana de Roberto Carlos. Un disparo que
se dio desde tres cuartos de cancha, tomó una curva indescriptible que terminó
por pegar en el palo y entrar en el arco de Fabien Barthez.
Ya en el complemento el
mediocampista Marc Keller marcó el 1-1 tras un rebote dado por Taffarel al
taparle una ocasión a Florian Maurice.
Un día después, y en Nantes,
concluiría la primera fecha, que le fue muy favorable a los “tres leones”,
porque antes de llegar a la media hora de juego Paul Scholes colocó un balón
preciso, por encima de la defensa italiana, que Ian Wright dejó picar una vez
para luego cruzar el “zurdazo” y poner el 1-0. La viceversa de ésta combinación
se dio culminando el primer tiempo cuando el delantero del Arsenal asistió al
volante del Manchester United que con un potente remate de pierna izquierda
batió al portero Angelo Peruzzi
estableciendo así el 2-0 que no se movería nunca más.
El 7 de Junio, ingleses y
franceses se vieron las caras. Con el partido muy aburrido y a sólo cinco
minutos del pitazo final, un centro bastante accesible de contener para
Barthez, no fue atrapado por el guardameta, dejando a Alan Shearer con
seguramente el gol más fácil de su carrera como internacional, ya que sólo tuvo
que empujarla para darle los tres puntos a los de Glenn Hoddle. Con ésta
victoria los anfitriones se quedaban sin chances, mientras que por otro lado
los de la Isla cosechaban puntaje perfecto y obligaban a que al día siguiente,
una de las dos selecciones gane para así evitar la consagración británica.
Veinticuatro horas más tarde, las alrededor
de 30.000 almas que concurrieron al Gerland, pudieron disfrutar del partido más
atractivo de los seis que se disputaron. El más claro ejemplo fue que con
apenas cinco minutos de iniciado el cotejo, ya había un festejo, el de
Alessandro Del Piero, que tras recibir el perfecto centro de su compañero
juventino Christian Vieri, cabeceó el balón a la red rival.
Arribando casi a la media hora de
juego, Demetrio Albertini ejecuta un tiro libre, que el central Aldair desvía
por completo y de esa manera doblegaba la ventaja de los italianos en ésta
reedición de la final del Mundial del 94’. Algo similar ocurriría a los 35’ con
Roberto Carlos jugando rápido un tiro de esquina con unan pared, para luego
disparar al arco defendido por Pagliuca, que no pudo hacer nada ante las
desviaciones de Costacurta y Lombardo.
Entrados en los quince minutos del
segundo tiempo el árbitro suizo Serge Muhmenthaler fue muy generoso al
concederle un penal a los europeos tras un supuesto empujón de Aldair contra
Filippo Inzaghi, que Del Piero cambió por gol. Ahora sí la “Azzurra” parecía
tener el total dominio del resultado con el 3-1 parcial, sin embargo lo que
vendría después serían dos obras “made in Brasil”.
Primero, y a falta de veinte para
la conclusión, Ronaldo recibe de un pase en profundidad de Rberto Carlos a
espaldas de la portería, cero con solo dos movimientos primero se saca de
encima a Cannavaro y luego a Costacurta, para definir con un efectivo
“derechazo” al siempre referido como el palo del arquero. Y a los 40, y después
de una buen combinación “verdeamarelha”, Romário supera al menos dos jugadores
italianos para que quedar (y luego eludir) mano a mano con el guardameta del
Inter, y poner el 3-3 final.
Éste resultado benefició a los
ingleses que se consagraban campeones con una fecha por disputar. Era su primer
título, aunque no oficial, desde la Copa del Mundo de 1966.
La jornada final se desarrollaría
por completo en el Parque de los Príncipes. Inglaterra y Brasil se despidieron
con un 1-0 final para los sudamericanos tras una clásica definición de “puntín”
a la que siempre nos tuvo acostumbrados Romário.
Una tarde/noche después Zinedine
Zidane abrió la cuenta a los 12’, con gran pase previo de Desailly, ubicando el
balón en el techo del arco italiano. A los quince del complemento, Di Livio
asistió con un preciso envío a la cabeza de Pierluigi Casiraghi que no pudieron
contener el portero Charbonnier, ni Lebouef despejarla sobre la línea.
Diez minutos después, Youri
Djorkaeff estampó el esférico contra las redes defendidas por Pagliuca con un
admirable “bombazo” desde larga distancia. Ésta ventaja desaparecía a poco del
final gracias a un penal ganado por Del Piero que el propio Alessandro se
encargó de ejecutar desde los doce pasos.
Las posiciones final daban a
Inglaterra puntero y campeón con seis unidades, le seguía Brasil con cinco y
cerraban franceses e italianos con solo un par de puntos ambos.
Esta edición tuvo como toque
particular, el hecho de que muchos de los jugadores que integraban la nómina de
sus países no participaron en el Mundial a realizar en el mismo territorio un
año después, fuese por diferentes razones. Ocurrió con Márcio Santos, Mauro
Silva, Romário, Djalminha, Ze María, Célio Silva, Flavio Conceição y Paulo
Nunes en los sudamericanos.
Stuart Pearce, Paul Gascoigne,
Phil Nevile, John Scales, Lee Clark, Ian Wright y Andy Cole en los británicos. Pierre Laigle, Patrice Loko,
Ibrahim Ba, Bruno N’Gotty, Nicolas Ouédec, Marc Keller y Florian Maurice en lo
organizadores. Y Angelo Peruzzi, Ciro Ferrara,
Pierluigi Casiraghi, Gianfranco Zola, Christian Panucci, Antonio Benarrivo,
Stefano Torrisi, Giampiero Maini, Diego Fuser y Attilio Lombardo en los
“Azzurra”.
De ésta forma se cerraba un torneo
que no volvió a reeditarse desde aquel año, y que viéndolo 15 años después es
una lástima que no se pueda organizar en éstos tiempos por el mayor calendario
que hay hoy en día.
Por Alexander Bernabei
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