13 de junio de 2012

La Copa no termina en la cancha: pequeñas pinceladas de Euro racismo.


En menos de una semana de disputa, la Euro ya ha dado que hablar por varios motivos extrafutbolísticos. Más aún cuando todavía no se han visto encuentros brillantes. Como en todas las competiciones organizadas por la UEFA, en la previa siempre se anuncian medidas para evitar actos de racismo. En los discursos presentándose muchas veces como el paladín en la lucha contra la discriminación en las canchas, el comité directivo de la UEFA se suele quedar en los papeles, sin actuar generalmente con rudeza.
Esta Copa ya nos ha obsequiado situaciones de ese tipo. En un entrenamiento holandés, hinchas polacos se acercaron a efectuar sonidos imitando a los simios. Misma agresión que sufrió Balotelli en Italia vs España. El vicealcalde de Gdansk tuvo que disculparse de unas declaraciones otorgadas en la prensa, en las que pretendía ser conciliador, afirmando que su ciudad era habitada por “gente normal, blanca y civilizada”.
Las secuelas de la Segunda Guerra Mundial y el régimen comunista en Polonia, se manifiestan en ciertas prácticas sociales hasta el día de hoy. El alto grado de antisemitismo en un país con escasa población judía (consecuencia del genocidio nazi) es palpable. Según consigna el periodista Fernández Moores, el insulto “judío comunista” es muy utilizado en ese país.
Las cosas no son muy distintas en el otro anfitrión, Ucrania. Dejando de lado el tema de las desigualdades sociales que se observan en zonas como las cercanas al estadio de Donetsk, o los alucinantes sobreprecios pagados en la infraestructura pensada para la Copa, recordemos unas palabras que el técnico de Ucrania, OlegBlokhin, quien fuera balón de oro en 1975, brillando tanto en la URSS como en Dinamo Kiev, realizó en una entrevista en 2006 con el sitio ucraniano sport.com.ua.
Allí aparentemente quiso expresar que el fútbol ucraniano estaba perdiendo sus valores, y terminó afirmando que hay que “aprender más de jugadores como Shevchenko y Blokhin, y no de algún Zumba-Bumba a quien sacan de un árbol, le dan dos bananas y juega ahora en la Liga Ucraniana”. Y luego agregó que en su época le podían pegar por perder un partido, pero que ahora pegarle a un extranjero no tiene sentido, ya que si eso ocurre, “arma las maletas y se va”. Un tiempo atrás, para la época de esas declaraciones, Blokhin fue miembro del parlamento ucraniano.
Pero no todo es sobre negros y judíos. La Euro también tiene su sección para los homosexuales. Ayer mismo el delantero italiano Antonio Cassano generó un gran revuelo al afirmar, luego de que un presentador de la televisión italiana dijera que había mantenido relaciones sexuales con dos jugadores de la selección, que esperaba que no haya homosexuales en el equipo. Si bien emitió ya las disculpas correspondientes, el Codacons, asociación italiana a favor de los consumidores, ha anunciado que está dispuesta a brindarle ayuda a todo italiano que se haya sentido ofendido por las declaraciones de Cassano para iniciarle acciones legales.
Estos hechos rodean y seguirán rodeando una Eurocopa signada por la gravísima crisis económica que afecta al continente. No vamos a descubrir la pólvora, pero vale la pena recordar que el fútbol es sólo una más de las cajas de resonancia que tienen las problemáticas sociales para emerger a la luz.La Unión Europea, y el continente entero, encierran antiguas disputas, políticas, sociales, económicas, que debido a la crisis se hacen más notorias. Con los partidos ultranacionalistas y de derecha creciendo en casi todos los países, la xenofobia, la discriminación, el racismo, no dejarán de estar presentes en las canchas en los años venideros.



Por Matías Figal

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